Bienvenidos este es un rinconcito para los que saben apreciar las pequeñas cosas
que hacen que te sientas realmente vivo, para aquellos que se levantan los domingos solo por ver amanecer, para los que alguna vez lloraron escuchando una canción, a los que disfrutan leyendo un poema , para los saben realmente perderse dentro de una fotografía, soy Galileia y te invito a que puedas ver parte de mis creaciones tanto gráficas como literarias.
Como muchas veces pasa, las melodías más sencillas son las que más nos llegan y emocionan, esos acordes que nos eriza la piel con solo oírlos, una de las canciones más emotivas que he escuchado quizás sea por que todos hemos querido que alguna vez alguien se fijara de manera especial en nosotros, he inventaran nuestro nombre. Una obra del maestro Urquijo. GRACIAS.
Palabras
La literatura es una de las pisadas que ha dejado huella en mí. Desde que empecé a leer mis primeras narrativas en la escuela, recuerdos de aquel verano inmersa en la antología de Béquer: rimas y leyendas, antología de posguerra, primeros amores, primeros versos, algunos no vieron la luz del sol en una noche fueron escritos y en la misma noche rotos… te suena de algo? bueno quizás a ti también te paso, de la misma manera en que te quemaban aquellas líneas, quemabas el papel en el que fueron escritas y ¿donde quedan?, bien lo dijo Cernuda donde habita el olvido…
Donde habite el olvido
En esos vastos jardines sin aurora/
Donde yo sólo sea/
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas/
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje/
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos/
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible/
No esconda como acero/
En mi pecho su ala/
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya/
Sometiendo a otra vida su vida/
Sin más horizontes que otros ojos frente a frente/
Donde penas y dichas no sean más que nombres/
Cielo y tierra nativos entorno de un recuerdo7
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo/
Disuelto en la niebla, ausencia/
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos/
Donde habite el olvido.
El campo de concentración
Erase una vez un campo de concentración en el que vivía un prisionero que, a pesar de estar sentenciado a muerte, se sentía libre y carente de temor. Un día apareció en medio de la explanada tocando su guitarra, y una gran multitud se arremolinó en torno a él para escuchar, porque bajo el hechizo de la música, los que le oían se veían como él, libres del miedo. Cuando las autoridades de la prisión lo vieron, prohibieron al hombre volver a tocar la guitarra.
Pero al día siguiente. Allí estaba él de nuevo, cantando y tocando su guitarra, rodeado de la multitud. Los guardianes se lo llevaron de allí sin contemplaciones y le cortaron los dedos.
Y una vez más, al día siguiente, se puso a cantar y a hacer la música que podía con sus muñones sanguinolentos. Y, esta vez, la gente aplaudía entusiasmada. Los guardianes volvieron a llevárselo a rastras y destrozaron su guitarra.
Al día siguiente, de nuevo estaba cantando con toda su alma. ¡Y de una forma tan pura y tan inspirada de cantar! La gente se puso a corearle y, mientras duró el cántico, sus corazones se hicieron tan puros como el suyo, y sus espíritus igualmente invencibles. Los guardianes estaban esta vez tan enojados que le arrancaron la lengua.
Sobre el campo de concentración cayó un espeso silencio, algo indefinible y como inmortal.
Y, para asombro de todos, al día siguiente estaba allí de nuevo, balanceándose y danzando a los sones de una música que sólo él podía oír. y al poco tiempo, todo el mundo estaba alzando sus manos y danzando en torno a su sangrante y destrozada figura, mientras los guardianes estaban como inmovilizados y no salían de su estupor.
Sólo las circunstancias pueden hacerte, prisionero pero nada te encarcelará si eres libre en tu corazón.